Atardecer desde el Obelisco Millenium, en A Coruña
Antes las ciudades se pateaban y cafeteaban. Ahora se fotografían a todas horas gracias a las cámaras con teléfono e internet que okupan bolsos y bolsillos y que, sin complejos, ya son nuestro sexto dedo. Yo no escapo del placer de «afotar» de vez en cuando mi entorno, especialmente los atardeceres veraniegos de esta esquina atlántica a la que todo el mundo quiere regresar. Lo dicho: un placer compartido.